Entre líneas: La complejidad de las letras


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Existen muchas preguntas respecto de la existencia humana, entre las que se encuentra cuál es la disciplina sobre la que se construye una civilización, qué es lo que une a un pueblo. Muchos afirman que es la ciencia la piedra angular sobre la que se forma una sociedad, mientras otras, más románticos, han llegado a pensar que el Derecho es la base en la que se construye cualquier civilización. 

No obstante, en 1998, el escritor estadounidense Ted Chiang, con su obra Story of a Life, revivió la hipótesis de Sapir-Whorf; no son las ciencias exactas, ni las sociales, sobre las que se construye una sociedad,  sino las humanas, específicamente, la lingüística, pues no existe nada tan determinante como el lenguaje. Así lo afirmaron los lingüistas estadounidenses Edward Sapir y Benjamin Lee Whorf al señalar, a principios del siglo XX, que es el idioma, nuestro medio de comunicación, lo que marca nuestra manera de pensar.

La historia y la cultura son factores que influyen en la identidad de un pueblo, sin embargo, es nuestro lenguaje, específicamente, nuestra lengua, lo que forja la identidad de las personas. En este sentido, es preciso señalar que, aún cuando lenguaje y lengua son utilizados en múltiples ocasiones como sinónimos, se refieren a dos conceptos diferentes. Lenguaje es la capacidad que el ser humano posee para comunicarse, mientras lengua es el conjunto de signos mediante los cuales nos comunicamos. Asimismo, los signos, pueden representar sonidos, como en el español, o bien significados, como en los jeroglíficos; dicho de otra manera, no todas las sociedades en la historia han distinguido entre significante y significado.

Una de las épocas que mejor sirve para ejemplificar la fuerza e importancia de la lingüística es la llegada de los europeos a América; España, Portugal, Francia e Inglaterra lograron que fueran su lenguaje el que predominara en las pequeñas culturas asentadas en el nuevo mundo. Las victorias en el campo de batalla de nada hubieran servido si al final la ideología de las culturas prehispánicas hubiese prevalecido. Es por ello que enseñar a los mexicas el castellano fue de gran importancia pues, solo de esa manera se pudo convertir a los indígenas a la religión católica y con ello convertirlos en un pueblo dócil y servicial. 
Es así como el lenguaje dejó de ser una simple herramienta, y se transformó en un arma para controlar a las masas, incluso en nuestro tiempos. 

Por otra parte, la concepción de una palabra implica también la concepción de una realidad en sí misma; los pueblos cercanos a al Amazonas ocupan distintos términos para distinguir entre los verdes de los árboles, tonos que las personas del área metropolitana desconocen. Por supuesto, el hecho de no conocer el nombre de una cosa no implica que ésta no sea real, no obstante, muchas veces desconocer el significante impide concebir el significado. Lo mismo ocurre a nivel global, donde la traducción literal de un idioma a otro es imposible pues, no siempre existe una palabra que equivalga por completo. "Unami", por ejemplo, es una palabra en japonés imposible de traducir al español por su significado, pues se refiere a un sabor derivado de la concentración de glutamato, lo mismo que la palabra "inconmensurable" en español, que no existe en inglés. 

Asimismo, el lenguaje corporal juega un papel fundamental en nuestra manera de interpretar y conocer el mundo; no es igual la manera en la que un inglés y un francés señalan el número tres con la mana, ni tampoco la manera en la que un italiano y un mexicano utilizan su brazo para insultar. En cuanto a la gramática, los expertos afirman que, la manera en la que construimos oraciones está estrechamente relacionada con la manera en la que construimos ideas. 
El inglés estadounidense, por ejemplo, muchas veces abrevia palabras, lo que para muchos psicólogos es señal de pereza, reflejada en la invención de comida rápida. Por su parte, la complejidad del alemán, es señal de la fuerte y penetrante filosofía de disciplina, por lo que su propio aprendizaje requiere una gran determinación. 

Además, la sintaxis influye directamente en nuestra percepción del espacio pues, aunque no se haya comprobado científicamente, gran parte de la comunidad lingüística sostienen que nuestra escritura lineal está directamente relacionada con nuestra forma de entender el tiempo. Una idea que, en 2016, la obra cinematográfica de Denis Villenueve, popularizó al mostrar el mecanismo de una lengua circular, es decir, que estuviera escrita como un palíndromo, donde el pasado y el futuro son vistos paralelamente. Un concepto que, aún careciendo de argumentos científicos, nos invita a pensar en la compleja relación entre la mente y el mundo de las letras. La idea de que la lengua sea la base de una sociedad puede no ser tan errónea como muchos pudieran pensar. Al final, toda ideología, dígase política, religiosa o social, se basa en un discurso. 

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