Interseccionalidad: La pluralidad de un grupo


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En 2019, se estrenó en cines, una cuarta adaptación de la obra más aclamada de Louisa May Alcott, Little Women (Mujercitas). Para esta última entrega, la guionista y directora, Greta Gerwig, decidió mantener diálogos pertenecientes al libro, entre los que destaca una línea pronunciada por Meg March (Emma Watson). En esta escena, vemos a Jo (Saoirse Ronan) dialogando con su hermana minutos antes de contraer matrimonio con John Brooke (James Norton). Convencida de que su hermana puede convertirse en una excelente y reconocida actriz, Jo le pide no casarse y mudarse juntas a la ciudad, sin embargo, Meg se opone al pronunciando algunas de las palabras más poderosas de la cinta: "Sólo porque mis sueños sean diferentes a los tuyos no significa que no sean importantes". 

Tanto la película como el libro, nos hacen saber desde un principio que nuestras protagonistas tienen ambiciones y aspiraciones muy diferentes. Jo es un espíritu libre, cansada de que las personas subestimen y menosprecien a las mujeres, decidida a convertirse en una gran escritora. Amy, es un personaje que ejemplifica la ambición, la convicción y decisión de una persona dispuesta a todo con tal de lograr sus propósitos. Meg, en cambio, es una mujer que, pese a tener tantos sueños, el más importante, o por lo menos el de mayor ilusión es el de casarse para formar una familia. Por su parte, la menor de las March, Beth, es una joven que disfruta de las pequeñas alegrías, compartir la vida con sus hermanas y ayudar a los que más lo necesitan. 

Cuatro personajes que, pese a mantener algunos matices similares, muestran la amplia variedad de personalidades dentro de un mismo género. De esa manera, al encontrarnos con la respuesta de Meg, no sólo hallamos una negativa para Jo, sino también una reflexión que se transporta fuera de la novela hasta nuestros días. Desde 1893, cuando en Nueva Zelanda fue reconocido el derecho a votar para las mujeres, o incluso desde antes, el género femenino se ha convertido en uno de los sectores que más luchas ha emprendido para conseguir un trato, derechos y oportunidades equitativas. En este sentido, se ha creado un concepto sobre la mujer empoderada, un ideal que se ha moldeado con el paso del tiempo. Incursionar en el arte, opinar sobre política, participar en el deporte, aportar descubrimientos científicos, vestir de pantalón, se han sumado a la nueva imagen femenina. 

Desde Marie Curie hasta Malala Yousafzai, pasando por mujeres como Amelia Earhart, Concepción Sánchez Freire, e incluso la propia Greta Gerwig, todas las generaciones de mujeres han tenido, desde finales del siglo XVIII hasta el actual siglo XXI, un ideal que seguir. No obstante, tener un sólo modelo de mujer nos ha hecho olvidar que fuera de éste existen otras posibilidades, versiones que, pese a no encuadrar totalmente con esta imagen aspiracional, representan la misma causa.  En este sentido, una mujer con hijos puede protestar de la misma manera que una joven a favor del aborto. 

A lo largo de la historia, todas la civilizaciones han consagrado la tendencia a etiquetar y encasillar a las personas, hombre y mujeres, atribuyéndoles un rol y características específicas. Por supuesto, estas etiquetas con limitadas pues, resultaría sumamente complejo dar un nombre a todas las personalidades que pueden existir. De esa forma, las personas se ven obligadas a elegir entre un papel u otro en la sociedad, obligándolos a dejar de lado sus peculiaridades y esencia. Un sistema tan inhumano que castiga de la peor manera a aquellos que lo rompen o desafían con su apariencia y pensamiento. 

Así, movimientos como los del feminismo, la comunidad LGBT+, grupos indígenas, afroamericanos, y demás sectores de población, no están exentos de las etiquetas, y se ven corrompidos por prejuicios y estereotipos propios de su condición. Decir que todas las personas gay deben ser hombres altos, blancos, de cabello castaño y con buen físico, además de ser una preposición errónea, excluye a otros que, aun teniendo la misma orientación sexual, no cuentan con la misma apariencia. Lo anterior, generando únicamente expectativas que, al no ser cumplidas, sólo provocan mayor discriminación e intolerancia. 

Resulta pues incomprensible, y al mismo tiempo lamentable, que en nuestros días una persona deje de ser considerada indígena en el momento en el que ésta cuenta con un grado de estudios, viste formal y habla español cuando, en realidad, el término indígena no guarda relación directa con el conocimiento, apariencia o idioma de una persona, sino con su lugar de origen y modo de vida.  Por esto, se dice que la sociedad ha tergiversado, y destruido, el discurso de respeto e inclusión hacia la diversidad que diferentes grupos han procurado y promovido durante décadas. Aceptar las diferencias de las personas siempre que cumplan con los estándares sociales no es inclusión, sino una manera de selección, un método sistematizado para dejar fuera a los que no cumplen con los estándares. Algoque, claramente se ve reflejado en los modelos que, principalmente los medios, establecen; artistas homosexuales, indígenas o afroamericanos que se imponen como estándar único. 

Es por ello que, resulta importante no perder de vista el propósito de muchos movimientos, y lo que verdaderamente representan. En un mundo que, cada vez más descubre la pluralidad de personalidades, debemos comenzar a asimilar la interseccionalidad. Un término que se refiere a la manera en que diferentes características, como la orientación sexual, color de piel, clase, género, etcétera, pueden interrelacionarse para generar un amplio abanico de posibilidades. Por esto, el diálogo pronunciado por Emma Watson nunca tuvo tanto impacto como lo tiene ahora. En la actualidad, nos hemos obligado a elegir bandos, a portar un estandarte único, adoptar un estilo de vida permanente, cuando en realidad, la propia naturaleza nos ha demostrado que, nada es eterno y nos encontramos en un largo y perpetuo proceso de cambio. "(...) tienen mente, tienen alma, además de corazón, y tienen ambición. Tienen talento, además de belleza, y estoy harta que la gente diga que una mujer sólo vale para el amor (...)", dice Jo como parte de un monólogo, recordándonos que, no sólo el género femenino, sino toda la raza humana, somos la suma de muchos y diferentes rasgos que merecen ser representados, y respetados. 

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