Pieces of a Woman: La esencia de Camus

Foto: Netflix

 

Dirigida por Kornél Mandruczó, Pieces of a Woman, es más que una película sobre la pérdida y el dolor. Se trata de una cinta sobre la desolación, supervivencia y reconstrucción del ser humano. La película inicia con un plano secuencia que sigue a Martha (Vanessa Kirby) durante la labor de parto. Una escena que avanza con detalle desde las contracciones, sudor, fluidos y gases propios del acto que acontece, hasta la llegada de una ambulancia al domicilio. Acostumbrados al melodrama de Hollywood, después de tan abrumadora toma, el espectador queda a la espera de una cinta llena de autocompasión, sin embargo, Mandruczó decide ir más allá del cine convencional. 

Sin demasiadas pretensiones, la película muestra la vida de Martha y su marido, Sean (Shia LaBeouf) después de perder a su hija. Mientras su esposo parece consumido por la ansiedad, soledad e incertidumbre, Martha muestra no tener otra intención más que seguir adelante. De esta manera, se traza una narrativa atractiva pero, sobre todo, honesta con la manera en la que las personas enfrentan la muerte. Que Sean tenga una aventura romántica y Martha busque respuestas y, hasta cierto punto, consuelo en la ciencia, son dos historias paralelas que trazan una reflexión más profunda. A esto se suma la madre de Marth, Elizabeth (Ellen Burstyn), quien empeñada en buscar justicia, convence a Sean de iniciar acción legal en contra de la partera que asistió a su hija, trayendo como consecuencia un juicio de orden civil sumamente polémico entre la sociedad. 

A partir de aquí, la interpretación de la cinta puede presentarse desde diferentes posturas. Una de ellas, basada en La Caída, obra en la que Camus expone el constante juicio en el que la sociedad se desenvuelve. En realidad, la partera es inocente (tal y como la propia Martha lo dejará ver al final de la película), pero existe la necesidad de sentenciar, de juzgar, siendo esa la naturaleza del ser humano. No importa cual sea la verdad, la sociedad emite juicios a toda prisa, fuera de cualquier razonamiento, e incluso, aunque el juicio sea erróneo, dice Camus que, la mentira deja ver más clara la verdad, de modo que las acusaciones revelan por sí mismas la falta de argumentos. 

Por su parte, así como ocurre con la figura del juicio, el personaje de Martha da vida al existencialismo retratado en El Extranjero, obra literaria también de Camus. En el caso de Pieces of  a Woman, Martha no lleva la inacción hasta las últimas consecuencia, pero sí el recuerdo, mismo que forma un paralelismo a lo largo de la historia. Durante todo el trayecto hasta casi la escena final, vemos en Martha despertar un interés por las manzanas, una fruta que acompaña a la protagonista en su proceso de reconstrucción.  De alguna manera, la manzana se vuelve una obsesión que transforma a Martha un ser incomprensible, inexplicable. Mientras su marido, madre y la sociedad entera esperan de ella cualquier reacción menos la pasividad, Martha se consume en un mundo, en un refugio creado por ella, revelándose sobre el final su justificación. 

Una construcción del personaje que permite ver la manera en la que el mismo ser humano se forja, colocando las piezas de sí mismo alrededor de un solo momento, de una idea, de un sentimiento. Es por esto que, el más reciente largometraje de Mandruczó, además de revelarse como un gran trabajo cinematográfico, es un diálogo con lo más profundo de la humanidad, de cómo la tragedia nos descubre, dejando ver lo que somos detrás de la imagen que nos inventamos para sobrevivir en este matadero social. Algo que también se ve retratado en el personaje de Sean, un hombre que, en principio, emula al trabajador ejemplar y esposo comprensivo pero, finalmente, una vez alcanzado por la frustración y desilusión, se entrega, sin mayor justificación que la de su naturaleza, a sus instintos e intereses. Después de todo, Sean recibe la oportunidad que no a todos se les presenta en el camino, la de abandonar la conciencia y simplemente existir.